Evil Dead. Posesión Infernal

por Raúl Martínez, crítico de cine.

De siempre nos han enamorado películas, la mayoría de veces por su argumento; pero en cambio otras  fue por el cartel. En mi niñez había unas caratulas en los vídeo clubs  muy dignas. Solía acudir por el mero placer de verlas allí expuestas.  De las maravillas que me cautivaron he de destacar el film de Sam Raimi “Evil Dead. Posesión Infernal”, esa mano saliendo del suelo me podía. Era una imagen que me llamaba constantemente, y  aunque pasaron años hasta que pude verla, cuando llegó el momento quedé fascinado.

La película es sin duda el ejemplo claro del talento que se debe tener para que una historia hecha con pocos medios consiga convertirse en una película de culto. Además era arriesgada ya que al tener dosis de comedia fácilmente podría haber caído en el abismo de lo absurdo.. Aun así Sam Raimi apostó fuerte. Esa seguridad se la dio un cortometraje suyo “Within the Woods”, lo rodó con sus amiguetes y el resultado no fue tan mal ya que se proyectaba como aperitivo antes de las sesiones de The Rocky Horror Picture Show en un cine local. Pese a eso Hollywood no llamaba a su puerta y decidió junto a su hermano Ted Raimi y sus colegas Robert Tapert y Bruce Campbell (protagonista del film) jugarse sus ahorros llevándolo al formato largo. No tuvo reparo en pedir a negocios locales participaciones en el filme.

Al igual que muchos otros maestros del terror, el joven Raimi estaba marcado por los relatos de H. P. Lovecraft, es por eso que el primer título barajado fue Necronomicón en honor del presunto pero siniestro volumen de arcano. Pero por culpa de nuestro Jesús Franco no se pudo ya que usó ese nombre para uno de sus filmes. Otro título pensado fue “El libro de los muertos” hasta que uno de los mecenas le recordó que ningún adolescente iría a ver una peli con la palabra “libro”. Al final se optó por Evil Dead (Los muertos malvados),  y en España fue como la conocemos Evil Dead. Posesión Infernal. 

Pero la atracción del filme insisto, por lo menos por mi parte, era el cartel, prometía lo que ofrecía. Y hablando de carteles de películas, claramente se puede ver un cartel de la película de Wes Craven “Las colinas tienen ojos”, esa idea no era otra que dar a entender que esta película sería más terrorífica que la del maestro Craven. Este a su vez también lo hizo en la mencionada película, pero utilizando un cartel de Tiburón de Steven Spielberg.

Una de las escenas más curiosas es la de un ataque sexual de un vegetal poseído. En el guión solo estaba escrito “los árboles atacan a Cheryl” pero el director decidió darle otro enfoque convirtiéndola en un momento cumbre del film, eso le acarreó que dicha escena fuera la más censurada de la película en varios países, acusándola hoy día de denigrante para las mujeres, obligando a Raimi a hacer declaraciones arrepintiéndose de haberla rodado por ser demasiado brutal. Aún así permitió que se repitiera en el remake. Un servidor cree que hay que dejarse llevar por este tipo de películas, no deja de ser un divertimento para los fanáticos del terror, donde las emociones están presentes en el espectador, en ningún caso se piensa en desatar polémicas.

Como dato curioso en el montaje uno de los ayudantes tenía el apellido Coen, sí, en concreto Ethan Coen, tanto director como protagonista entablaron una amistad con los hermanos Coen y ayudaron años más tarde con la financiación de “Sangre fácil”.

Para los que soñamos con dirigir alguna vez y no tenemos medios, siempre recordaremos esta cinta, y la receta de la sangre: jarabe de maíz, sucedáneo de crema para café y colorante rojo, ingredientes que hicieron que el rodaje fuera de lo más sangriento, aunque para algunos espumarajos se usó leche semidesnatada. Fueron 12 semanas perdidos en los bosques, sin poder ducharse, quemando muebles para combatir el frío y a merced de un director demente. Justo diez años después la cabaña donde rodaron se incendió en su totalidad.

Tras el rechazo de las distribuidoras en EE.UU. el mecenas que aconsejó a Raimi cambiar el título, Irvin Shapiro, era distribuidor de películas como “La noche de los muertos vivientes” y amigo de grandes directores, entre ellos Kubrick, y consiguió que la cinta se proyectase en el Festival de Cannes, fuera de concurso. Y uno de los espectadores que allí se encontraba para presentar en el festival su cinta “Creepshow”, Stephen King,  quedó maravillado y la calificó como “el filme de terror más original de 1982” dedicándole una entusiasta reseña en la revista “Twilight Zone”.

Parece que el karma ha estado envolviendo esta historia en su manto y consiguiendo que en ningún caso se tirara la toalla, a pesar de que los actores terminaron el rodaje sin muchos ánimos. Los años han puesto esta joya en el lugar que le corresponde teniendo incluso una versión musical. Sí, en 2003 en Toronto (Canadá), Evil Dead. The Musical, una revisión bailarina y cachonda de la historia, con canciones ¡y un alce que hablaba!.  En 2012 llegó a España el musical teniendo buena crítica entre los seguidores, con canciones tan dispares como “¿qué coño ha sido eso?”, “El baile del Necronomicón” y “Todos los hombres de mi vida acaban poseídos por demonios kandarianos”, son espantosamente buenas.

Para los que creemos en el cine, en el terror y sobre todo en contar nuestras historias prácticamente sin presupuesto, siempre pensaremos en Evil Dead. Una película terrorífica y divertida.

 

CUJO

Raúl Martínez , crítico de cine.

Quien no haya temido o deseado alguna vez  un perro cuando era pequeño que tire la primera piedra. En algún momento de nuestra niñez algún perro habrá olido nuestro miedo, nos habrá ladrado y nosotros nos habremos “cagado” del susto.

En mi caso esta situación se repetía con bastante frecuencia, es lo que tenía vivir en el campo. Aun así siempre me han gustado los animales y poco a poco me acostumbré a ellos y ellos, al parecer a mi. Pero todo esto cambió cuando en 1981 el señor Stephen King publicó una novela de terror psicológico cogiendo como protagonista “al mejor amigo del hombre”, y no uno cualquiera si no un San Bernardo, un perro al que todos queremos abrazar y achuchar.

Teniendo en cuenta esos mismos sentimientos del ser humano hacia dicha raza salió a la luz la novela “Cujo”, ganando el Premio Brithish Fantasy en 1982 y hecha película en 1983. Consiguiendo que tanto lectores del libro como espectadores de la película a partir de ahí tuviéramos cierto cuidado a la hora de encariñarnos con alguna mascota.

La trama no deja de ser simple y ochentera. Una familia típica de pueblerinos americanos en el que el padre es un mecánico malcarado cuyo negocio de reparaciones de automóviles está bastante descuidado. Esta familia tiene un perro San Bernardo que no a sido vacunado de la rabia y al correr por el campo mete el hocico en una madriguera y es mordido por un murciélago. De esa manera el animal es infectado. Como pueblerino que soy tengo que reconocer que en los ochenta era habitual tener un perro en casa y que tuviera las vacunas al día era difícil. Por lo que esta historia  bien sirvió para abrir los ojos a más de uno y que se hiciera una idea de las posibles consecuencias por no vacunar a la mascota.

El film consigue intimidar al espectador, que pegue botes en la butaca, en definitiva, que se tema a un simple San Bernardo. El resultado es brutal pero lo mejor de esta película es “lo bien que se lo pasaron los perros que usaron para el rodaje”. Se utilizaron un total de de seis distintos, uno de ellos un Rottweiler para las escenas agresivas, una cabeza robotizada y hasta una persona disfrazada. Vamos, que el protagonista tuvo su doble.

Para los animales fue toda una experiencia divertida, tanto que tuvieron que atarle las colas a los cuerpos porque de lo contrario se veía que lo estaban pasando pipa. Para las escenas más angustiosas se utilizaron juguetes y le decían a los canes:”busca”.

A pesar de lo que siempre se ha dicho de la dificultad de trabajar con perros en el cine en esta ocasión parece que el equipo de rodaje no lo tuvo tan difícil, supieron darle a los protagonistas lo que les gustaba. Y lo que más les gustaba era tener la rabia; lo explico. La espuma para parecer que tenían dicha enfermedad les encantaba ya que era una mezcla de clara de huevo y azúcar, por lo que estuvieron gran parte de la producción saboreando este manjar.

Quiero hacer hincapié en estos detalles ya que viendo la película se llega a pasar realmente mal, y es fácil pensar que los animales sufrieron por exigencias del guión, pero no es así. Hoy día un remake de Cujo sería incorrecto pero no imposible, algunas protectoras estarían muy encima del proyecto sobre todo por la mala imagen que se le pudiera dar a la raza San Bernardo. Aunque esto es cine y de terror, es decir, ficción.

A mí personalmente me sigue fascinando la película, soy de los que piensan que los clásicos no precisan de remakes. Para mí Cujo es un clásico del terror psicológico. He crecido entre animales y este film me sirvió para preocuparme por los animales de compañía.

No digo que haya que proyectar esta cinta en colegios pero sí que la recomiendo a los amantes del terror.

 

El cementerio viviente

Raúl Martínez, crítico de cine.

Con el cementerio viviente, película de 1989, finalizaba una de las mejores décadas de la historia en cuanto a cine, música y televisión (por lo menos para un servidor) y nos llegaba con esta simple historia de terror sobre un doctor y su familia que se instalan en una vivienda próxima a una carretera con mucho tráfico de camiones. De ahí a un sendero que les encamina a un cementerio de animales; y éste, a su vez a un antiguo cementerio indio. En dicho cementerio, los vecinos, les cuentan que existe una leyenda donde se afirma que todo cuerpo enterrado en él resucitaría 

Admito que la historia era muy de telefilm, a la vez que aterradora; pero en aquella época de videoclubs la portada me ganó. Y no solo la portada, conforme la fuí viendo iba adivinando lo que sucedería, sí vamos, yo y cualquier espectador. La historia es previsible.

“Hay una senda después del cementerio de animales pero ni se te ocurra ir por allí…”
“Cualquiera que sea enterrado en el cementerio indio volverá a la vida sin ser el mismo de antes, volverá más agresivo y peligroso…” 
Advertencias, que como cualquier persona normal si sabes que no debe hacerse, lo harás. Y por supuesto, así es como ocurre; de lo contrario no habría película.

El maquillaje es espectacular para la época, tanto fue así, que en los descansos del rodaje nadie quería comer junto al fantasma rubio de ojos claros. Era muy realista. El cementerio viviente en un principio iba a estar dirigida por George A. Romero, pero como el rodaje se atrasó varios meses Romero tuvo que abandonar el proyecto para encarar la preproducción de Two Evil Eyes (1990), codirigida con Darío Argento. También se le hizo el ofrecimiento a Tom Savini pero finalmente se contrató a Mary Lambert.

El videoclip me atrapó, tanto que en una época donde trabajé en televisión y era el encargado de continuidad. cada sábado  por la noche finalizaba la programación con el videoclip.

Stephen King reconoció ser fanático del grupo musical The Ramones y fueron ellos los encargados de la banda sonora original. El tema  Pet Sematary fue incluido en el disco Brain Drain del grupo, editado en 1989, mismo año del estreno de la película. La novela de King se publicó el 14 de noviembre de 1983.

La trama casi estuvo basada en hechos reales ocurridos al escritor. El gato de la hija de King, Smucky, murió atropellado en la carretera que había junto a la casa familiar y poco después, en la misma carretera , otro camión estuvo a punto de matar a Owen, el hijo de dos años del novelista. Él daba clases en su antigua universidad y la película se filmó a 20 minutos de donde vivían. Es por ello que al autor le horrorizara que la novela viera la luz del día y la escondió en un cajón durante tres años. Tal vez estaba escrito en alguna parte que tenía que publicarse a pesar de lo previsible que pudiera resultar, estuvo 32 semanas como la novela más vendida. 

Es de esas películas llenas de detalles curiosos (como referencias a Cujo),  donde el propio King hace de cura en el funeral. Confieso que a partir de esta película los gatos por la noche me dan un mal rollo bastante considerable, y cuando veo alguno atropellado es inevitable acordarme del cementerio de animales. En cuanto al niño, me quedo sin palabras, consigue aterrarte y enternecerte al mismo tiempo, haciendo que lo pases igual de mal que el padre en la película.